El proyecto de criar personas



Por: Nathalia Bentz


No lo desperté inmediatamente como cada mañana, hoy me detuve como aveces hago para observarlo y deleitarme de mi perfecta imperfección, de mi obra de arte, de mi proyecto de vida. 

Tiene 5 años, una edad donde la comunicación y el constante movimiento reina, las curiosidades despiertan antes que el cuerpo, el cerebro maquina aceleradamente, las preguntas sin respuestas ya florecen y los padres estamos constantemente a prueba.

Pensé que la etapa más difícil habia recientemente pasado, siento que hace sólo un mes me desesperada por adivinar un repentino llanto, amamantaba, cambiaba el pamper y cantaba al mismo tiempo; pero de esos días ha llovido mucho.

Acaricio su pelo suave y despeinado y caigo en cuenta que no existen etapas vividas ni por vivir más fáciles asomándose en el camino, todo lo contrario. 

No me asusta esta aseveración, pero me intimida. 

Él no eligió venir, nosotros lo invitamos a que participara de la vida, nosotros asumimos el compromiso de inmiscuirlo en nuestras situaciones, de agregarlo a nuestro día a día, de presentarlo ante una sociedad con una mochila llena de las consecuencias de nuestras acciones y responsabilidades para con él.

No hay día que no me recuerde este compromiso, no hay día que no represente un reto.

Quiero ignorar cuando no se despide del portero  en el colegio, cuando se lleva un juguete sin pedir permiso, cuando le habla en tono inadecuado al servicio, cuando toma el Ipad un día de semana, cuando no usa el porfavor y gracias, cuando moja la tapa del inodoro, cuando chistosamente falta el respeto a un adulto, cuando va a una casa ajena, cuando es egoista con los amiguitos, cuando no quiere hacer tarea, cuando hace un lloriqueo....quiero ignorarlo lo juro!!! pero todos esos aspectos estúpidos de esta etapa de la esclavizante crianza, son la antesala de nuestro fracaso en el proyecto de criar personas.

De cada situación rutinaria hay una enseñanza que ofrecerles, de nuestra constancia o no, hay un mundo que tambalea.

Si miramos a nuestro alrededor, a nuestros amigos de infancia, a nuestros familiares, a nosotros mismos, notaremos que somos víctima y otras veces triunfo del proyecto del que fuimos parte, podemos justificar y entender nuestros logros y fracasosy eso asusta.

Pero es aún más tenebroso luego de interiorizar lo anterior, ser capaces de ver por un momento  el presente, el ambiente que proveemos actualmente a nuestros hijos, ese que hemos diseñado para él desde el hogar, la escuela y nuestras amistades; ellos serán consecuencia de todas nuestras elecciones.

Hay una invitación constante a ignorar a esa personita que absorta en su mundo vive en nuestra casa y se vale de los recursos que nosotros le permitimos para llamar nuestra atención y cuidado, unas veces con éxito y otras no.

Ya sea criado inevitablemente por el servicio, tias, abuelas o con el privilegio de nuestra presencia, brindémosle un proyecto, saquemos el tiempo para diseñarlo y discutirlo con nuestra pareja, no nos atrevamos a dejarle al viento moldear sus vidas por más difícil que parezca el momento que vivimos.

Si de algo estoy segura es que mi vida y mi hogar están llenos de imperfecciones, fallamos constantemente como personas, como pareja y en ocasiones como padres. Pero reconozco la virtud de que reconocemos nuestras fallas, sabemos retomar el camino y sobretodo que en nuestra convivencia respetamos a nuestro hijo  y nuestro proyecto para con él. Estamos claros en la clase de individuo que deseamos formar, los valores que deseamos inculcar y lucharemos incansablemente para acercarnos lo más posible a nuestra meta.

La sociedad nos señalará y eso le importa a muchos, pero nuestra vida íntima y personal, la que acontece entre cuatro paredes, es la más importante y por la que debemos luchar para hacer nuestro esfuerzo hoy como familia. Si carecemos de un modelo, imitemos alguno, pero tracemos un norte que nos supere a nosotros mismos y nos ayude a insertar personas capaces de vivir en armonía  y equilibrados en este desquiciado mundo que tanto lo amerita.

Mientras escribo esta inspiración mañanera lo veo desayunar, aún lucho en cada comida para que use el tenedor en vez de los dedos, pero el sigue apostando a lo más fácil, estoy tan inmiscuida en este escrito que deseo ignorar el desastre que estoy viendo, pero como entederán luego de lo leído tengo un proyecto al que poner atención.

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