A usar el bobo
Por: Marcos
Díaz Guillén
Pediatra-Neonatólogo
Recientemente,
las revistas British Medical Journal y Pediatrics, el sindicato de enfermería
de España (SATSE) y la Academia Americana de Pediatría (AAP), han declarado: “Que
el uso del chupete o bobo, reduce de manera muy significativa el riesgo del
síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL), particularmente cuando se usa
durante el sueño de la noche o la siesta”.
El SMSL, es la muerte inesperada de un bebé sano y normal, cuya causa de
muerte, no es posible explicar por la historia clínica, por el examen físico,
ni por la autopsia. En los países desarrollados, es la primera causa de muerte
en niños sanos en el primer año de vida.
La succión del
chupete por el niño, genera en su cerebro, la producción de endorfinas, que son
unos neuro transmisores parecidos a los opiáceos, que le producen una sensación
de bienestar. De ahí, que quizás sea más acertado el nombre pacifier o
pacificador que es como se conoce el bobo o chupete en la cultura anglosajona.
¿Cómo actúa el
bobo protegiendo al niño de la muerte súbita?. El rastreo de la base de datos
Cochrane, Pubmed, Cuiden, Cuidatge y Enfispo, que dio como resultado la
investigación del SATSE en España, y las recomendaciones publicadas
recientemente por la AAP concluyen: Que el chupete, aumenta el número de
microdespertares mientras el niño duerme, favorece que la lengua se mantenga en
posición anterior, evitando la obstrucción del paso del aire y que aumenta
levemente los niveles de dióxido de carbono en la sangre del bebé.
Se recomienda
el uso del bobo, chupete o pacifier en el primer año, excluyendo el primer mes,
porque en ésta etapa de la vida del niño, no se produce el SMSL, y para que el
bobo no interfiera con el tiempo de acoplamiento entre madre e hijo y la
lactancia materna. Si la lactancia materna se inició desde el nacimiento, el
bobo o chupete, no deberá dificultarla. Una vez cumplido el primer año de vida,
y casi ausente el riesgo del SMSL, el niño tendrá menos necesidad del bobo, y
su uso se irá restringiendo hasta ser eliminado. Las medidas que conocemos de
acostar el niño boca arriba o de lado y no fumarle cerca, deberán mantenerse,
para alejar las posibilidades de una muerte súbita.
Estas nuevas
recomendaciones, deberán ser sugeridas por el pediatra, para que los padres las
ejecuten, porque se trata de estudios serios y conclusiones respaldadas por una
medicina basada en la evidencia. Estas investigaciones nos enseñan, que la
medicina, como la vida misma, es dinámica. Que lo que ayer parecía malo, hoy
puede ser muy bueno. En mi caso particular como pediatra, comenzaré por
explicar estas cosas y decirles a las madres, que el bobo, no es tan malo como
yo pensaba.
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